Frágil




-          La vida es frágil

Me desperté con esa frase en la cabeza, al sentarme al borde de la cama y respirar me sentí aliviado de estar nuevamente vivo. 
Me levanté, me cambié de ropa y comencé mí día a día como la ley de lo cotidiano me lo dictaba. Sin embargo esa frase seguía ahí, marcada en la piedra de mi cerebro. 

"La vida es frágil" 

Pensé en mis niños, en mis hermanos, padres y amigos. En todas esas personas que se levantan a diario y dan lo mejor de sí, aun cuando a veces no quede mucho de uno para dar. 

Me serví el almuerzo, y al terminar el ritual me dediqué a unas pequeñas tareas del hogar. Lavé los trastes que usé, serví a Salem, mi gato, su comida; vacíe el arenero y saqué la basura. Ya listo para partir seguía sintiendo esa extraña sensación de dolo, vi los libros llenos de polvo y pensé "si regreso sano y salvo a casa los limpiare a conciencia" me di la vuelta para salir y entonces escuche el rechinar de llantas, un estruendoso y seco ruido, seguido por un grito de mujer. 

"La vida es frágil, jodidamente frágil"

Hubo, por unos segundos, un silencio ominoso, ni siquiera Salem maulló, me quede ahí en casa, sentado, esperando algún otro sonido que delatará cualquier incidente. Al cabo de un minuto, o un poco más, el tránsito reanudo la marcha, camiones acelerando, claxones haciéndose escuchar, murmullos de personas. Y yo ahí, sentado, sintiendo como contenía la respiración. 

Definitivamente la curiosidad es un sentimiento básico y primario en el hombre. Arraigado en lo más profundo del psique humano. No importa lo que puedas encontrar, siempre queremos saber de qué se trata o que es lo que está a la vuelta de la esquina. 

Salí a la calle y era, como había supuesto, la escena de un accidente automovilístico, una camioneta había sido impactada del lado del copiloto por una motocicleta. Una persona yacía en el pavimento, entre pedazos de motocicleta regados por la calle, vidrios y sangre, inerte y, desde mi distancia, sin señal de respiración. Una persona que a todas luces iba a su trabajo. Por su parte la camioneta tenía todo el lado del copiloto abollado, el golpe había sido duro, y a simple vista, mortal. 

"La vida es frágil, ¿ves? Te lo dije"

Regresé a casa pensando nuevamente en eso. En la persona en el piso,  la persona que conducía la camioneta. Sus familiares, las vidas entrelazadas que a partir de ese evento fortuito iban a cambiar. Pensaba en la compleja fragilidad de la vida. Por la mañana nos levantamos dando por hecho nuestro día. Dando por hecho nuestro regreso a casa. Y a veces, cuando menos esperamos, la vida nos cambia el rumbo.


Desde hace un par de semanas no he escrito nada. Tengo un par de cuentos en espera de correcciones, pero nada nuevo. Y, tristemente, vuelvo con esto como a modo de crónica matutina. Para recordarnos, o sólo recordarme, que la vida es frágil. Que dé, o demos (sea el caso),  las gracias por vivir. Por estar y por seguir amando a quienes nos rodean. 

Porque, carajo, que frágil es la vida. 


Jorge Robles
Diciembre 2018

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